viernes, 9 de noviembre de 2012

la casa de las aves

— Cuando pases por esa calle nunca voltees a buscar las aves— alcancé a oír que dijo la señora a una joven mientras caminaban frente a mí. Por más que apresuré el paso no logré escuchar el porqué de aquella particular instrucción. Era uno de esos días ventosos y la tierra me obligó a cerrar los ojos y perder de vista a las mujeres. Al fin llegué a la tienda, compré las cocas y las tortillas y regresé a casa de María. Las dos cuadras de camino me dieron tiempo de ir pensando y me surgieron más dudas ¿Cuáles aves? ¿Por qué no debería buscarlas? Llegué a casa de María, tenia años de no visitarla y muchas cosas de las cuales ponernos al tanto pero no podía quitarme de la cabeza las aves, así que le pregunté mientas comíamos, si por casualidad sabría a que se refería aquella mujer, ella después de recordarme que nunca se me quitará lo curioso, me aseguro que no tenía idea, que la gente de ese barrio era muy rara y que ella casi no cruzaba palabra con nadie, para no andar luego en chismes. Al llegar la noche salí a caminar, el viento soplaba fresco amenizando la noche con su sinfonía de silbidos, la luna hermosa de octubre se ocultaba traviesa entre las nubes, las lámparas olvidadas apenas si prendían de manera intermitente. De pronto un trinar de aves llegó de aquella calle. Caminé guiado por aquel sonido, cada paso sentía más cercano y embriagante el canto de las aves. Por fin lo encontré, en la terraza de la casa las jaulas tenían en su interior las aves más hermosas jamás vistas, los plumajes de colores brillantes y el canto me envolvían más, la puerta estaba entre abierta como invitándome a pasar. Sin pensar en nada entre, al fondo había una jaula vacía, dentro de la casa todo cambio, no podía detenerme, me adentré encontrando aves distintas, obscuras y el canto se convirtió en chillidos abrumadores, insoportables, quería volver, obligue a mi ser a dar la vuelta, buscar la salida, la puerta ya estaba cerrada. Recordé la conversación de las mujeres -Cuando pases por esa calle nunca voltees a buscar las aves—demasiado tarde. María me busca desesperada. Por más que canto no alcanza a escucharme.

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